En
muchos países el fútbol está inmerso en la cultura y muchos aspectos de la vida
giran en torno a él. Nuestro país no es una excepción. Se publican
diarios y revistas de fútbol, sellos de fútbol, hay programas de radio
exclusivos, canales de televisión deportivos, tertulias futbolísticas,
promociones increíbles de los partidos clásicos, páginas web sobre este
deporte, videojuegos, juegos de mesa, juguetes, ropa de los ídolos deportivos,
etc.
Este deporte se ha convertido en el
entretenimiento de muchas personas y en su único esparcimiento. Se ha
comprobado que el fútbol cambia los estados de ánimo e influye en amplios
sectores de la población: la victoria en un partido trae felicidad a los
seguidores; por el contrario, la derrota genera frustración.
Cuando acaba la temporada hay un auténtico
síndrome de abstinencia de fútbol, lo que ocasiona un sentimiento de desánimo.
Para mantener la adicción futbolística, los medios de comunicación abusan de
este deporte; en los noticiarios el espacio dedicado a la información
futbolística -que no deportiva- es excesiva. Los otros deportes aparecen
en un segundo plano o no existen. Es tanta la influencia del fútbol que hay
economistas que han establecido una relación importante entre la economía del
país y las victorias futbolísticas en torneos internacionales. “La roja” es uno
de los mejores embajadores de España en el extranjero en estos momentos.
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